Wednesday 30 April 2008

Hayden White: "The Historical Text as Literary Artifact"

La idea central de este texto gira en torno a concebir a la Historia como un discurso y por tanto, totalmente arbitrario y construido a partir de intereses. Vania Barraza Toledo escribe “¿Qué diferencia la escritura de la historia de la literatura de ficción? Desde el punto de vista del lenguaje -de los procedimientos representacionales- éstas no difieren en nada. Ambos discursos operan creando una coherencia narrativa, apuntando a un efecto de realidad”. Y esto Hayden White lo plantea cuando desde el saque uno de los primeros cuestionamientos que lanza a la historia, es sobre la autoridad que estos discursos presuponen y la posición de quien lo enuncia.

En efecto, el status de la narrativa histórica es la de ser un artefacto verbal, un discurso, que será el soporte de todos este conjunto de hechos pasados y por tanto, que no pueden ser observados, experimentados ni rebatidos como el objeto de estudio de una materia científica. Por tanto, el historiador debería plantear al interlocutor que la naturaleza de su trabajo es provisional en la caracterización de hechos, agentes, etc.

Para construir este discurso a partir de hechos, el historiador crea un contexto que obviamente parte de una base interpretativa pero también da una idea que existen múltiples lecturas de estos hechos. Sin embargo, en toda construcción del discurso histórico, hay un elemento innegable y justamente éste es la forma del discurso y por tanto, lo que le da el carácter de ficción.

Al mismo tiempo, se debe prestar atención que este discurso de ninguna manera es cerrado y completo. Siempre se deja algo fuera de la representación y esto obedece al criterio de selección del historiador y por ende, de sus intereses e interpretaciones. White afirma que “nuestra explicación de estructuras históricas está más determinada por lo que dejamos fuera que por lo que incluimos”, siendo testigos de la muestra del tacto de los historiadores y de su comprensión de los hechos. Ante la evidente naturaleza artificial de la historia, Lévi-Strauss admite que éste jamás escapará de su naturaleza como mito. Pero en quiénes funciona este mito? Northrop Frye considera que estos mitos sólo son operativos en aquellos que son víctimas de lo que él llama “falacia poética”. Recomiendo en este mundo ya ir trazando paralelos con los conceptos de Lenguaje, Ideología y evidentemente con Poder.

Una vez que Frye ha localizado este carácter ficticio en el espacio entre lo mítico y lo histórico, White señala que parte del efecto explicativo de la Historia es un éxito de crear historias de simples crónicas a partir de una suerte de entramado donde se entrelazan hechos de estas crónicas como componentes de una mayor estructura. Frye sugiere que es eso precisamente el caso de las ficciones en general, desde una fábula a un texto histórico. Barraza Toledo da más luces en este sentido: “White plantea que los elementos de la Historia adoptan un entramamiento ya sea trágico, cómico, irónico o romántico a la hora de ser presentados en un orden lógico y estructurado ante un destinatario. Por eso, la definición tradicional de “alguien dice algo a alguien”, se transformaría en alguien dice de cierto modo algo a alguien”.

Luego de una tenue analogía entre historiografía y psicoterapia, White concluye los historiadores buscan refamiliarizarnos con eventos pasados que hayan perdido su función en la sociedad, como revoluciones, guerras, etc., pero que sigan manteniendo un activo rol en la escena social. Por tanto, las narrativas históricas no son sólo modelos de procesos pasados sino modos de configurar eventos de nuestra vida llenos de sentidos culturales. Así, más que una reproducción de eventos, es una gama de símbolos que direcciona al sujeto brindándole hechos con una carga emocional. La narrativa histórica, pensada como sistema de signos, apunta hacia dos sentidos. El primero es hacia justamente los eventos descritos en su narrativa pero también hacia el mito al cual el historiador ha escogido como estructura de los eventos. Como conclusión, la Historia debe ser entendida como metáforas que compara los eventos descritos con elementos a los cuales nos hemos familiarizado en nuestra cultura literaria.

A este punto debemos tener claro que la historia supone una jerarquización de hechos. Por tanto, darle importancia a unos y suprimir o subordinar otros. Esto obedece no a que los historiadores tenga más o menos fuentes de información, sino a que tenían una distinta historia que contar, ergo, una percepción e interés distinto. Esto sugiere también que cuando se construye una narrativa histórica, se presupone lo que será reconocido como historia por el otro.
Sobre el mismo punto, White hace un deslinde entre crónica e historia. Al ordenar los hechos de manera temporal tendríamos una secuencia:

a, b, c, d, … , n

que mantendría la estructura cronológica pero carecería de caracterización. Al dar valor a uno de estos elementos podríamos tener secuencias como:

A, b, c, d, …, n
a. b, c, D, …, n

Donde la jerarquía del primer elemento obedecería a una perspectiva determinista y el segundo caso a una apocalíptica. El orden de los hechos en una mera secuencia temporal donde el momento en donde ocurren provee la explicación, es la forma de la crónica. La Historia iría no sólo a ser un orden de eventos, sino de la posible red de relaciones de estos eventos Relaciones que sin embargo no serían inherentes de los mismos eventos, sino de la perspectiva del propio historiador que la refleja en ellos.

Por tanto, las narrativas históricas como complejas estructuras que se presupone existen bajo dos modos, uno como “real” y otro como “revelado” de haber sido ilusorio durante la narrativa, no deja de ser una construcción poética dependiente de la modalidad de un lenguaje figurativo usado para darle la apariencia de coherente al discurso. White señala para concluir que nosotros experimentamos la “ficcionalización” de la historia como una “explicación” por la misma razón que experimentamos la ficción como iluminación en el mundo que nos presenta un autor. Teniendo en ambos casos el reconocer las formas en las que nuestra conciencia constituye y coloniza el mundo el donde desea habitar. White no trata de degradar el discurso histórico, sino de mostrar que no existe una manera correcta de ver y ser capaz de discernir que lo ideológico es ficticio.

Monday 28 April 2008

Louis Althuser: "Ideologías y Aparatos del Estado"

1.-Toda formación social debe, al mismo tiempo que produce y precisamente para poder producir, reproducir las condiciones de su producción, es decir, las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes.

2.-La reproducción de las condiciones materiales de la producción no puede plantearse al nivel de la empresa, porque es en ésta donde aquélla existe en sus condiciones reales y lo que ocurre a nivel de la empresa es un efecto que no permite comprender sus condiciones ni sus mecanismos.

3.-La reproducción de la fuerza de trabajo se realiza fuera de la empresa y mediante el salario. Además, la FT debe ser competente para ser utilizada y esto gracias al sistema escolar y otros procedimientos que permiten aprender ciertas habilidades y reglas del buen comportamiento, ya que es necesario reproducir la sumisión a la ideología, tanto por parte de la clase trabajadora como por la clase dominante.

4.-Para Marx toda estructura social tiene varios niveles, en la base la infraestructura, referida a las fuerzas productivas y relaciones de producción) y por encima, la superestructura compuesta lo jurídico-político, y la ideología. Además, el Estado es un aparato represivo que permite el dominio de una clase sobre otra.

5.-Pero Althuser dice que la teoría marxista es meramente descriptiva y debe ser desarrollada a partir de considerar que, según el propio Marx: 1) El Estado es el aparato represivo de Estado, 2) Hay que distinguir entre Poder de Estado y el aparato de Estado, 3) El objetivo de la lucha de clases concierne al poder del Estado y por tanto al uso de las clases del aparato de Estado en función de sus interese de clase 4) El proletariado debe apoderarse del poder de Estado para destruir el aparato de Estado burgués existente, y sustituirlo por otro proletario.

6.-El aparato de Estado comprende el ARE y los Aparatos Ideológicos de Estado, los que son cierto número de realidades que se presentan en forma de instituciones diferenciadas y especializadas: religioso (las diferentes iglesias), escolar (sistema educativo público y privado), la familia, lo jurídico, lo político (sistema de partidos), lo sindical, la información (prensa, radio y TV) y lo cultural (letras, bellas deportes, deportes, etc.).

7.-Los AIE se diferencian del ARE porque 1) Existen una pluralidad de AIE mientras existe un ARE, 2) El ARE pertenece al dominio público, la mayor parte de los AIE conciernen al dominio privado y 3) El ARE funciona predominantemente mediante la violencia y los AIE mediante la ideología y secundariamente mediante dicha violencia.

8.-No es posible detentar el poder Estado sin la hegemonía sobre y en los AIE, los cuales son también escenario de la lucha de clases. Y por medio de la ideología dominante se asegura la armonía entre el ARE y los AIE.

9.-Los AIE tienen como fin la reproducción de las relaciones de producción, cada uno de ellos lo busca en la forma que es propia, y aunque sufren de divisiones la función dominante es la escuela que ha sustituido a la iglesia en el papel que desempeña.

10.-La ideología es el sistema de ideas, de representaciones que dominan el espíritu de un hombre o de un grupo social, y al igual que el inconsciente, no tiene historia. Representa la relación imaginaria de los individuos con las relaciones de producción y con las relaciones que de ellas se derivan (condiciones reales de existencia). Al mismo tiempo tiene una existencia material ya que siempre existe en un aparato y en sus prácticas.

11.-La ideología funciona de tal manera que recluta los sujetos entre los individuos o que transforma a los individuos mediante la interpelación. Y no tiene exterior (para ella) pero al mismo tiempo no es sino exterior (para la ciencia y la realidad).

12.-Sujeto significa una subjetividad libre y también un ser sometido. En ese sentido, el individuo es interpelado en tanto que sujeto (libre) para que se someta libremente a las órdenes del Sujeto, para que acepte por tanto (libremente) su sometimiento (sujeción), y para que realice por sí mismo los gestos y actos de su sometimiento (sujeción); los sujetos existen únicamente por y para su sometimiento (sujeción), tal como puede observarse en el Cristianismo.

13.-Las ideologías nacen en las clases sociales enfrentadas en la lucha de clases: en sus condiciones de existencia, en sus prácticas, etc. y si son dominantes es gracias a la consolidación de los AIE.


Texto trabajado por Juan José

Friday 25 April 2008

Raymond Williams: "Dominante, emergent, residual"

La complejidad de una cultura se halla también en las interrelaciones dinámicas, en cada punto del proceso que presentan ciertos elementos variables e históricamente variados.

Un proceso cultural es considerado un sistema cultural que determina varios rasgos dominantes. En el auténtico análisis histórico es necesario reconocer en cada punto las complejas interrelaciones que existen entre los movimientos y las tendencias, tanto dentro como más allá de una dominación efectiva y específica. Es necesario examinar cómo se relacionan con el proceso cultural total antes que, exclusivamente, con el sistema dominante "selecto y abstraído". En el caso de la cultura burguesa, entendida como una descripción del proceso cultural a lo largo de cuatro o cinco siglos y en los registros de sociedades diferentes, requiere una inmediata diferenciación e internamente comparativa. Debemos hablar, así, de lo "residual" y lo "emergente" que en cualquier proceso verdadero y en cualquier momento de este proceso, son signiticativos tanto en sí mismos como en lo que revelan sobre las características de lo "dominante".

Toda cultura requiere elementos aprovechables de su pasado, pero su lugar dentro del proceso cultural contemporáneo es profundamente variable. Lo "residual", por definición, ha sido formado en el pasado pero todavía se halla en actividad dentro del proceso cultural como un efectivo elemento del presente. Por lo tanto, ciertas experiencias, significados y valores que no pueden ser expresados o sustancialmente verificados en términos de la cultura dominante son, no obstante, vividos y practicados sobre la base de un remanente.

Un elementos cultural residual se halla normalmente a cierta distancia de la cultura dominante efectiva, pero una parte de él habrá de ser incorporada si la cultura dominante efectiva ha de manifestar algún sentido en estas áreas. Es en la incorporación de lo activamente residual como el trabajo de la tradición selectiva se torna especialmente evidente.

En el caso de lo "emergente", se quiere significar los nuevos significados y valores, nuevas prácticas, nuevas relaciones y tipos de relaciones que se crean continuamente. Sin embargo, resulta excepcionalmente difícil distinguir entre los elementos que constituyen efectivamente una nueva fase de la cultura dominante y los elementos que son escencialmente alternativos o de oposición (lo emergente).

Una nueva clase es siempre una fuente de una práctica cultural emergente, aunque mientras como clase todavía se halla relativamente subordinada, siempre es susceptible de ser desigual y con seguridad es incompleta, ya que la nueb a práctica no es un proceso aislado. En la medida en que siurje y es opuesta antes que alternativa, comienza significativamente el proceso de una incorporación intencionada (que condiciona y limita la emergencia). La incorporación franca se ensaya más directamente sonbre los elementos de clase visiblemente alternativos y de oposición (los sindicatos, los partidos polítivos de la clase obrera, etc). El proceso de emergencia es un movimiento constantemente repetido y siempre renovable que va más allá de una incorporación práctica, habitualmente más difícil y que implica una forma de adaptación. Sin embargo, ningún modo de producción y, por lo tanto, ningún orden social dominante y por lo tanto ninguna cultura dominante verdaderamente incluye o agota toda la práctica humana, toda la energía humana y toda la intención humana.

Un rasgo distintivo y comparativo de todo orden social dominante es hasta dónde se afianza dentro de la escala total de las prácticas y experiencias en su intento de incorporación. Por otro lado, en la medida en que un orden social cambia en cuanto a sus propias necesidades de desarrollo, las relaciones son variables.

El hecho de la práctica cultural emergente es innegable y, junto con la práctica activamente residual, constituyen una necesaria complicación de la supuesta cultura dominante. Así mismo, nunca es cuestión de una práctica inmediata. Una y otra vez, lo que debemos observar, es un efecto de preemergencia activa e influyente aunque todavía no esté plenamente articulada antes que la emergencia manifiesta que podría ser designada con una confianza mayor. Es con la finalidad de conprender más estrechamente esta condición de la preemergencia, así como las formas más evidentes de lo emergente, lo residual y lo dominante como tenemos que examinar el concepto de estructuras del sentir.

Thursday 24 April 2008

Víctor Vich: DINA Y CHACALÓN DEL PERÚ, EL SECUESTRO DE LA EXPERIENCIA

Un nuevo fantasma recorre las pantallas de la TV peruana: Dina y Chacalón, ambos convertidos, hoy en día, en "símbolos nacionales", íconos de la nación popular actual.

Interés del presente ensayo: estudiar las relaciones entre cultura y mercado para entender tanto las maneras en que el actual modelo económico afecta al capital simbólico (proponiendo nuevos cánones culturales) y, por otro, la función que cumplen algunas narrativas simbólicas para legitimar dicho modelo y reforzar la ideología subyacente en él.

El mercado abre hoy una lógica diferente respecto de las maneras en que la cultura es administrada, habiendo en él algo que "descentra" pero, ello, sin ningún interés democratizador sino a modo de mercantilización de lo simbólico utilizando la cultura como "recurso". Lo que está en juego es un fin es económico y también político: canalizar una demanda y legitimar un específica ideología.

Como sabemos, en la historia de América Latina, el Estado quiso ser un promotor o, al menos, un "garante" de cultura y, a partir del siglo XIX, fueron los Estados nacionales los encargados de imponer el canon cultural. Posteriormente, al entrar en crisis, fueron los sectores de la sociedad civil los que se contituyeron como lugares alternativos para construir un nuevo canon cultural. El surgimiento del indigenismo en los países andinos es el mejor ejemplo de ello.

Lo que el día de hoy está ocurriendo en la configuración del canon cultural es muy interesante: el mercado ha comenzado a regular la cultura y a instalar, en el centro mismo de la nación, a sujetos o a prácticas culturales que no han sido suficientemente reconocidas por otros medios. El mercado impone un nuevo poder regulador y abre un espacio inédito para reconfigurar nuevos espacios simbólicos y quizá fuerzas alternativas.

Es importante relocalizar el consumo como una estrategia cultural que puede ir de la mano con una reconceptualización del valor y de la ciudadanía en la sociedad globalizada, a la vez que reflexionar sobre la función que cumplen algunas narrativas simbólicas en la vida social. Como todo objeto cultural, estas series televisivas están construidas sobre la base de un conjunto de discursos que las han posibilitado simbólicamente y que las promueven al interior de una amalgama de significados bastante contradictorios entre sí.

El folclor actual y su ingreso a la televisión masiva

En el Perú contemporáneo, las industrias del folclor han adquirido características muy particulares en la última década debido a la importante cantidad de capital económico que ahí se moviliza. Y es allí donde se produce una nueva narrativa que exalta el triunfo de los provincianos en el capitalismo tardío (al independizarse de cualquier tipo de "agente externo" y empezar a organizar sus multitudinarios conciertos ellos mismos). Así, la necesidad de dar forma a sentimientos colectivos mediante relatos autobiográficos o, mejor dicho, la mediatización televisiva de la experiencia humana se presenta como urgente dados los constantes problemas que comienza a afrontar la hegemonía neoliberal: movilizaciones, huelgas generales, desempleo, etc.

"La lucha por un sueño"

Se ha señalado que en el mundo contemporáneo la ideología neoliberal está ávida de ubicar procesos individuales de éxito personal donde se resalte al esfuerzo y al trabajo como la única garantía de la felicidad, siendo la vida de Dina Páucar bastante explícita en ello, promoviendo todo un modelo de identificación que tiene al discurso del éxito como un mandato que reduce todo el ascenso social a la fuerza de la voluntad y perseverancia del individuo. Se trata de un relato epopéyico donde el héroe se impone a las circunstancias y donde el objetivo consiste en ir enfatizando valores humanos que siempre están codificados políticamente. Más allá de cualquier problema o condicionante, Dina Páucar es representada como un sujeto que nunca se rinde y que intenta sobrevivir en el medio de una sociedad hostil, es cierto, pero finalmente "justa" frente a los que se esfuerzan "de verdad".

A su vez, es de notar que las variables de raza y género han pasado a ocupar el primer plano en la descripción de la cultura. Lejos han quedado las descripciones estructurales y los desafíos económicos y clasistas. Víctima del racismo y de constantes desencuentros amorosos, la narrativa sobre la vida de Dina Páucar está básicamente enfocada en estos dos aspectos (es mujer y también indígena)y se esfuerza por promover una nuevo clima cultural en lo que a ellos respecta. El mensaje es entonces muy claro: la sociedad ya no existe; en realidad, ha dejado de existir hace tiempo: sólo sobrevive el individuo, la fantasía –inocente y perversa– de imaginar un sujeto al que sólo le bastan sus deseos.

"El ángel del pueblo"

La serie de Chacalón combina dos historias narradas en dos tiempos distintos: por un lado, el relato de la biografía del cantante y, por otro, su conversión en santo popular once años después de su muerte. Al igual que la serie sobre Dina Páucar, "El ángel del pueblo" quiere proponer al personaje como un modelo de conducta que, gracias a su propio esfuerzo, logró convertirse en una estrella popular. La vida de Chacalón resume bien la historia de los migrantes a la capital.

Pero hay un personaje central que llama la atención y a partir del cual no es difícil deconstruir las oposiciones sobre la cual la historia ha sido estructurada. Se trata del chamán Yauri y, con él, los espectadores somos constantemente confrontados a la idea que sostiene la premeditación de la vida de las personas: la existencia, algo de un destino que ya tiene la vida escrita.

Se trata, en todo caso, de un discurso que, hasta cierto punto, hecha a perder todo el objetivo de la narración pues si, por un lado, se trataba de construir una fervorosa arenga al voluntarismo, por otro, está narración termina por afirmar que el éxito está escrito en algunas personas. Sin embargo, esta aparente desestructuración del texto, vale decir, esta paradoja, sirve para poder encontrar su clave ideológica: en realidad, el éxito está escrito para todos, pero sucede que algunos se dejan llevar por el mal camino y pierden la oportunidad que se les dio. No se trata, por tanto, de asumir pasivamente la vida sino de ir "actualizando" el destino, a partir de la propia voluntad y el esfuerzo individual. Se ha tratado, otra vez, de producir modelos de conducta que dejen de lado el análisis de las problemáticas estructurales de la pobreza para reducirlo todo a la simple resistencia individual.

Conclusiones

Sabemos que en la actualidad el papel de lo simbólico es crucial en los procesos de acumulación que hacen funcionar al capitalismo contemporáneo y, en el Perú este proceso ha comenzado a adquirir matices especiales por las nuevas formas en que los migrantes gestionan su propia música y administran sus propios eventos. La televisión no ha estado al margen de ello y, ante la pérdida de espacios públicos, la televisión manipula el concepto de lo público y lo redefine a su manera.

Por tanto, bien puede decirse que estas series televisivas proporcionan un sentido de pertenencia colectiva ("los migrantes ante la modernidad") y se constituyen como prácticas culturales destinadas a proponer nuevas formas de vivir en un contexto neoliberal. De hecho, la televisión ha comenzado a reconocer a estos personajes, a esta cultura, sólo como respuesta a una demanda que antes tenía su propio circuito pero que ahora ha conseguido un nuevo posicionamiento simbólico en el escenario nacional. Se valora al individuo por encima de la colectividad ("hombre de éxito")y se invisibilizan las causas estructurales de la pobreza. La televisión reproduce, en el capitalismo tardío, el mismo gesto de los viejos indigenistas pero, en este caso, ya no en formato mariateguista sino neoliberal. Los migrantes son propuestos como el sujeto modelo por excelencia y todas sus acciones son naturalizadas para encarnar una lógica individualista destinada a ocupar el centro mismo del nuevo canon cultural. En ese sentido, estas series deben ser leídas como dispositivos de control social.

Asistimos a un perverso "secuestro de la experiencia", a una apropiación de la vida de los más pobres del país a efectos de legitimar un sistema económico cuyos presupuestos se han insertado en el sentido común de todas las clases sociales y que convierten algunos relatos aislados en dogmáticos proyectos culturales que niegan la densidad de la historia.

En ese sentido, no es arriesgado afirmar que estas series televisivas se encuentran atrapadas en una quizá fértil contradicción pues si, por un lado, pretenden modernizar la sociedad dando acceso a la representación a sujetos antes excluidos de los medios y del canon cultural, por otro, dichas imágenes vienen ensambladas en una ideología neoliberal producida por los centros hegemónicos la cual es pasivamente reproducida.

Para Jameson todo producto cultural se encuentra atravesado por dos directrices: una negativa, destinada a desenmascarar las estrategias ideológicas mediante las cuales lo simbólico y lo político se vuelven cómplices de un sistema excluyente, y otra –hermenéutica positiva– cuyo objetivo aspira sacar a la luz el inconsciente político de los textos, vale decir, las pulsiones utópicas que imaginan la posibilidad de un orden diferente.

La noción de "inconsciente político"(Jameson)es central en este tipo de análisis pues textos como estos han reprimido representar la lucha de clases aunque, sabemos bien que ella se encuentra latente. De hecho, en el medio de la ideología descrita, estas series nos muestran también el agónico intento de sobrevivir en sociedades profundamente asimétricas. He ahí otra labor de la crítica: añadir más visibilidad a las demandas sociales para incrementar un deseo político que también puede ser canalizado por otros medios.

Monday 21 April 2008

Jonathan Culler: "Identidad, Identificación y Sujeto”

El sujeto, ¿es algo dado o construido?, ¿debe concebirse como un individuo o en tanto que se encuentra dentro de un grupo social? Culer señala que existen cuatro formas de responder a estas cuestiones: 1. el yo es algo dado y a su vez algo individual, dado antes de cualquier acción del sujeto; 2. el yo es algo dado, pero también se encuentra sujeto a determinaciones sociales; 3. el yo es una construcción social pero su experiencia individual es importante para su formación; 4. el yo es construido dentro de un contexto social, en el cual ocupará una posición o rol. Así bien, la tradición crítica de los estudios literarios modernos ha enfatizado en que el sujeto es una esencia, algo preexistente a sus acciones, y por ende, no sujeto a juicios: el decir “hice lo que hice porque soy quien soy” reafirma la justificación de una acción, limpiándola de objeciones. Pero la “teoría” ha refutado este tipo de argumentación, sosteniendo que en el sujeto no hay una esencia que realice el papel de “centro”, sino que coexisten en él múltiples fuerzas relacionadas en un mismo espacio, el sujeto; el psicoanálisis (en el sujeto se manifiestan fuerzas psíquicas, sexuales y lingüísticas), la teoría marxista (fuerzas que desembocan en una determinada posición de clase), el feminismo (fuerza de los roles de género) y la Queer theory (fuerzas de estereotipos sexuales) defienden esta afirmación. Así, la pregunta por la libertad del sujeto se traslada hacia su propio significado ambivalente: 1. sujeto entendido como una subjetividad libre de acción; o 2. sujeto entendido como sujeto a la autoridad.

La Literatura se a centrado generalmente en las aventuras de los personajes en un sentido personal; en este sentido los han definido como un complejo individual pero enfatizando implícitamente algo externo que los forma (identidad social). Así, la Literatura se sitúa en la problemática líneas arriba planteada: los personajes ¿producen su destino (como seres dados y autónomos) o lo sufren (encarcelados en lo social)? La Literatura ha mostrado respuestas variadas a esta pregunta, pero que giran en ambas perspectivas: así lo social en algunos casos marca el destino del personaje y este termina siendo totalmente absorbido por algo externo a él; en otras los personales van mutando durante su enfrentamiento con el mundo (lo social) y van adquiriendo ciertas características propias producto de esta relación antagónica. Esta última ha suscitado en interés por los teóricos de la identidad social, pues en estas la Literatura origina una aporía planteada en los siguientes términos: las novelas de esta perspectiva refuerzan la idea de que hay un yo natural en cada sujeto que en el transcurso de la narración irá surgiendo, pero a su vez este sujeto escondido es causa de sus propias acciones, aquellas que harán surgir ese mismo yo en el contacto con el mundo; entonces el yo es causa y producto al mismo tiempo. Esto hace que surjan tensiones entre la Literatura y las críticas teóricas: así la Literatura enfoca un estudio muy detallado sobre el individuo y sus conflictos con lo social, pero no deja indicio alguno de que sus personajes sean representativos de una especificidad grupal; en cambio el tratamiento teórico de las identidades confía en una fuerza generalizadora implícita, por lo que enfatiza que en las novelas, al enfatizar en que los personajes son sujetos que reaccionan conflictivamente a su entorno social, construyen una identidad individual que oculta la influencia de lo social. Ahora, la Literatura a influenciado muy fuertemente en sus lectores quienes, al experimentar el mundo interno del personaje de una novela, asumen una identidad que busca recrear aquella experiencia, motivo por el cual la Literatura ha sido acusada de corromper, a través de sus personajes, mediante mecanismos de identificación.
Ahora, se llega a una segunda polémica: los discursos ¿representan identidades que existen previamente o las producen? Así, según Foucault, los discursos inventan identidades (el homosexual es una identidad inventada por los discursos decimonónicos); a su vez Nancy Armstrong enfatiza que los discursos son representativos de una identidad previa que se hará extensiva a espacios más amplios de lo social (la idea de “hombre moderno” surge de la figura femenina plasmada en las novelas, donde se señala que lo personal es la “esencia” del yo sin importar las jerarquías sociales, y esta idea trascenderá a lo femenino y abarcará también a lo masculino).

La formación de la identidad ha sido explicada según la teoría reciente como consecuencia de un proceso inicial de identificación, lo cual también se encuentra de manera implícita en la Literatura. Esto tiene su origen en la afirmación de Freud de que el sujeto es un reflejo del otro, y esto funciona como un mecanismo de identificación, lo que trae consigo luego de que también se traslade esta identificación al plano de los deseos: así, en la identificación sexual, el niño se identifica con el padre, y luego con su objeto de deseo: la madre. Así se desarrolla el complejo de Edipo, donde la identificación del niño con el padre trae consigo una pugna por el mismo objeto de deseo. Jacques Lacan, explicando el desarrollo de estos mecanismos de identificación, afirma que este se activa cuando el niño se reconoce y se identifica como una unidad frente al espejo, llamando a este período el “estadio del espejo”, así el yo se forma de este reflejo que el espejo nos proyecta, así también por la proyección de nosotros en la madre (el deseo del niño en el deseo de la madre) y por la que nos da las relaciones sociales con los otros. Esto genera que se forme un sujeto estructurado en identificaciones parciales, no completas, por lo cual se afirma que la identidad se vuelve un proyecto fracasado pues nunca interiorizamos totalmente las normas sociales, lo cual genera conflictos al no llegar al final esperado: no llegamos a ser quien se supone que somos. Pero a su vez, se ha derivado de esto que se piense a la identidad como el origen de todo deseo, como su causa, pues al iniciarse la identificación con el otro, se procede también en este proceso a imitar, de este otro, sus objetos de deseo.

Esta identificación a su vez también desempeña una labor importante en la conformación de la identidad de grupo. Así, sobre esto la teoría ha debatido entre dos puntos de vista: una identificación que parta de algo dado, algo esencial; o una identificación que se encuentra parametrada por identidades opresoras, preexistentes al sujeto en si. Aquí se plantea una pregunta importante: ¿Cuál es la relación entre la necesidad psicológica y política de identidad y la crítica que se hace a esta (a su carácter “esencialista”) por parte de los teóricos de la identidad? Ahora, también entra dentro de este problema el debate entre la naturaleza de la relación entre la idea de una identidad construida (que defienden los teóricos de la identidad) y lo planteado a través del psicoanálisis sobre el proyecto fallido de la construcción del sujeto: si esta relación es de acoplamiento o de conflicto. En tal sentido, es importante señalar que los grupos marginados encuentran dos salidas: 1. tal como los investigadores teóricos señalan, asumir la idea de que una “esencia” de grupo es ficticia; o 2. seguir dentro de la ficción y aprovecharse de eso, así Foucault señala que a través del discurso clínico con el que se identificó al homosexual, este reivindicó su legitimidad apropiándose de las categorías impuestas desde dicho discurso. En general, existe un mecanismo recurrente dentro de la formación de la identidad; así, diversos estudios teóricos tales como el marxismo, el psicoanálisis, los estudios culturales, el feminismo y los estudios poscoloniales han concluido –de diversas maneras y de acuerdo a su materia específica de estudio- que la identidad se forma por el conflicto, tanto por diferencias grupales internas y externas. Entonces, en ella subyace una lógica de diferenciación y negación de un elemento haciéndolo opuesto a otro, evidenciando que los sujetos son producidos dentro de una idea –completamente injustificada- de unidad e identidad, que puede cumplir la función de hacer mas fácil la implantación de autoridad y de crear espacios vacíos entre la identidad que determina el poder y los valores de vida del propio sujeto.

Ahora, esta problemática toca en cuestión otro problema fundamental, el cual trata sobre la agencia del sujeto, su actuación responsable: ¿Qué tanto delimita las estructuras el campo de acción de los sujetos? Ante esto se han esbozado dos respuestas: 1. el tomar a las identidades como producidas abren alternativas de agencia de los sujetos, lo cual niega aquellas afirmaciones que hacen hincapié en el estatismo de las estructuras; 2. el sujeto, según la opinión tradicional, es limitado en su responsabilidad: esto queda evidenciado cuando se habla del sujeto como “sujeto conciente”, lo cual limita su responsabilidad a aquellos actos cuyos efectos hayan sido calculados (de manera consciente obviamente). Pero si nos situamos en la perspectiva psicoanalítica, teniendo al sujeto tanto como consciente e inconsciente, esto queda invalidado pues su rango de responsabilidad queda expandido. Entonces, situarnos tanto en la afirmación de que nuestras identidades son construidas o en la que el inconsciente también forma parte del sujeto amplía la responsabilidad sobre nuestras acciones. Así, ante la cuestión de si el sujeto es o agente o determinado por las estructuras, el filósofo Anthony Appiah manifiesta que ambas cuestiones son dos niveles de la teoría, y que no son posibles de separar, y mucho menos oponer. Ambas respuestas por tanto no son excluyentes, sino que hacen injerencia en dos posiciones de estudio: 1. cuando hablamos de agencia responsable nos referimos a la necesidad humana de vivir entre sujetos, cada uno con creencias e intenciones determinadas; 2. cuando hablamos de determinación del sujeto hacemos referencia a nuestro deseo de entender los procesos sociales e históricos donde el papel del sujeto es el de encontrarse determinado. Sin embargo, enfatiza Appiah, ambas explicaciones no tienen que estar en conflicto es más, ambas deben ser parte de un proyecto que analice los procesos de producción de las identidades y que papel juegan los discursos de poder. Es por esta razón que la teoría no debería constituirse como un corpus que de soluciones armoniosas, sino que en él mismo se mezclan factores que intervienen por igual en un determinado problema. En tanto motor que ponga en marcha pensamientos futuros, se debe comprender a la teoría como expectativas que nos muestren derroteros de investigación.

Sunday 13 April 2008

Norman Fairclough y Ruth Wodak: Análisis crítico del discurso

Una descripción preliminar

El enfoque crítico se caracteriza por una visión propia y distintiva de:

a) La relación existente entre el lenguaje y la sociedad
b) La relación existente entre el propio análisis y las prácticas analizadas

El análisis crítico del discurso (ACD) interpreta al discurso como una forma de "práctica social", lo que sugiere una relación dialéctica entre un suceso discursivo particular y las situaciones, instituciones y estructuras sociales que lo enmarcan (es decir, lo social moldea el discurso pero éste, a su vez, constituye lo social) Así mismo, el ACD se propone lograr que los aspectos opacos del discurso se vuelvan más transparentes.

El ACD se ve así mismo como como una disciplina comprometida. De hecho, es una forma de intervenir en la práctica social y en las relaciones sociales. Lo característico del ACD es que toma partido a favor de los grupos oprimidos en contra de los grupos dominantes y que manifiesta abiertamente la vocación emancipadora que la motiva.

El ACD en contexto

El interés actual por el ACD pertenece y contribuye a la nueva ola de interés crítico por el lenguaje en la sociedad contemporánea, pero también se nutre de ella. En términos amplios, el lenguaje ocupa hoy un lugar más prominente y más importante en la variedad de procesos sociales. Sin ir más lejos, sorprende la creciente importancia económica del lenguaje (un facto clave en la rentabilidad es la naturaleza del lengguaje que se utiliza para "entregar" servicios, de ahí la preocupación por el diseño del lenguaje). El diseño preciso del lenguaje constituye pues un factor crucial para el éxito de la lucha política. El proceso de la lucha política y la pelea por la legitimidad política se vuelven cada vez más inseparables de la economía de los medios y de la búsqueda de mayores audiencias y rentabilidad. Esto incrementa aún más la presión sobre el diseño sobre el discurso político. La "tecnologización del discurso" corresponde a este interés por moldear las prácticas lingüísticas con acuerdo a los objetivos económicos, políticos e institucionales... pero también puede verse ello como un signo moderno de "reflexividad". Hoy, un rasgo habitual de la vida cotidiana es la conciencia de crítica de las prácticas discursivas y la tendencia a transformarlas como elementos de las luchas sociales y reconstrucción reflexiva de la persona.

Orígenes teóricos del ACD

De denomina ACD al análisis crítico aplicado al lenguaje que se desarrolló dentro del "marxismo occidental". En términos amplios, el marxismo occidental le dió un énfasis considerablemente mayor que otras formas del marxismo a la dimensión cultural.

Althuser hizo un aporte fundamental a la teoría de la ideología, ya que, para él, las ideas son algo estrechamente vinculado a prácticas materiales inmersas en las instituciones sociales (por ejemplo, la organización de la enseñanza en las aulas).

La obra de Michel Focault sobre el discurso estuvo dirigida explícitamente contra el marxismo y las teorías de la ideología. Para él, los discursos son sistemas de conocimientos de las ciencias humanas que informan las "tecnologías" sociales y gubernamentales que constituyen el poder en la sociedad moderna.

El término "crítico" está asociado en especial a ala Escuela de Filosofía de Frankfurt, que retornó a los pensamientos de Marx. Consideran a los fenómenos culturales como expresiones relativamente autónomas de contradicciones dentro del todo social y advierten en algunos de ellos expresiones de la filosofía social del presente, así como de las fuerzas críticas que niegan el orden existente. Por su parte, Habermas opinó que el discurso racional podría llegar a superar la comunicación distorsionada.

La obra de Mijail Bajtín también tuvo enorme influencia, destacando la "intertextualidad" de los textos: la idea de que cualquier texto es un eslabón en la cadena de textos, es decir, mantiene relaciones de reacción, incorporación y transformación con otros textos. Así como existen presiones para que los textos se avengan a los géneros convencionales, pero también presiona para innovar mediante la mezcla de géneros.

Enfoques propios del análisis crítico del discurso

La escuela francesa

La teoría ideológica de Althusser y la teoría del discurso de Focault fueron los principales puntos de referencia para la escuela francesa del análisis del discurso, en particular para Michel Pécheux. Para este autor, el discurso es el lugar de encuentro del lenguaje y la ideología, y el análisis del discurso consiste en el análisis de la dimensión ideológica del uso del lenguaje. Tanto las palabras utilizadas como su significado varían según la posición en la lucha de clases desde la cual son usadas: según la "formación discursiva" dentro de la cual están situadas. Las personas usualmente no son conscientes de que hablan o escriben desde una formación discursiva determinada.

Pécheux y sus colaboradores luego cambiaron su posición sobre este tema y sus estudios comenzaron a destacar el complejo entramado de las formaciones discursivas en los textos, así como la heterogeneidad y ambivalencia de éstos.

La lingüística crítica

Esta escuela se desarrolló en Gran Bretaña, estando íntimamente ligada a la teoría lingüística sistémica, lo que explica su énfasis en los métodos prácticos para analizar textos. Según este enfoque, las características gramaticales de un texto se consideran elecciones significativas dentro del conjunto de posibilidades disponibles de los sistemas gramaticales. La gramática, así, funciona ideológicamente en la medida en que las representaciones implícitas en tales elecciones gramaticales significativas contribuyen a la reproducción de relaciones de dominación. Otro centro de atención es la significación ideológica del modo sistemático en que los textos se transforman en otros textos con el correr del tiempo.

Semiótica social

Esta disciplina se ocupa del carácter multisemiótico de la mayor parte de los textos en la sociedad contemporánea y explora métodos de análisis aplicables a la imágenes visuales, así como la relación que existe entre el lenguaje y las imágenes. Kress y Van Reuben sugieran además que los resultados del análisis de las imágenes visuales pueden llevarnos a repensar nuestras teorías del lenguaje.

Cambio sociocultural y cambio en el discurso

Fairclough se dedicó al estudio de las relaciones entre el cambio sociocultural y el cambio en el discurso, proceso por el cual los servicios pasaron a ser tratados como bienes económicos, por ejemplo en su comercialización. El cambio en el discurso se analiza en términos de la combinación creativa de discursos y géneros dentro de un texto, que a lo largo del tiempo termina por reestructurar las relaciones entre las distintas prácticas discursivas en el seno de las instituciones y también entre distintas instituciones, y en términos del desplazamiento de las fronteras adentro y entre los "órdenes" del discurso (conjuntos estructurados de prácticas discursivas correspondientes a determinados dominios sociales). El análisis de tendencias como la coloquialización tiene como meta acerca el ACD a las más recientes investigaciones de las ciencias sociales acerca del cambio social y cultural, de modo que sea una herramienta fundamental para su desarrollo.

Estudios sociocognitivos

Aquí, Van Dijk se dedicó al estudio de la reproducción de los prejuicios étnicos y del racismo en el discurso y en la comunicación. Descubrió que los temas más frecuentes en la prensa correspondían a prejuicios étnicos dominantes en las conversaciones cotidianas. Luego, en sus trabajos más recientes, Van Dijk se volcó al estudio de cuestiones más generales relativas al abuso del poder y la reproducción de la desigualdad por medio de la ideología.

Método histórico discursivo

Ruth Woodak dirigió progresivamente su atención hacia el sexismo y las formas contemporáneas de antisemitismo y racismo en marcos de diverso grado de formalidad.

Después de este primer intento, se sucedieron otros estudios sobre el prejuicio y el racismo que llevaron al grupo de Viena a consideraciones más generales de carácter teórico sobre la naturaleza (formas y contenido) del discurso racista. Si bien las formas del discurso racista o prejuicioso ppueden ser similares, el contenido varía según los grupos estigmatizados y los marcos que hacen posibles determinadas realizaciones lingüísticas.

Análisis de la lectura (Lesartenanalyse)

El lingüista Utz Maas se remite a ideas capitales del pensamiento de Focault y las combina con una metoodología hermenéutica que denomina Lesastenanalyse (análisis de la lectura), aquí, un discurso se define intencionalmente por su contenido, así como por ejemplo, "el discurso fascista" es un correlato del fascismo alemán. Puesto que es el discurso político sólo puede ser definido como tal, mediante el contexto histórico social (práctica social de la política), cualquier análisis no orientado hacia el cotexto está orientado al fracaso.

Utz Maas goza de reconocimiento universal como experto del discurso Nacional Socialismo Alemán. En su enfoque, resulta evidente la importancia de la dimensión histórica y de la hermenéutica, en especial para el análisis de las alusiones que se relacionan con el conocimiento de fondo y que no pueden ser comprendidas si no se tiene en cuenta este conocimiento.

La Escuela de Duisburg

Influenciada por Foucault. Su cabeza más visible, Siegfried Jägger, se dedica al estudio de las características lingüísticas e icónicas del discurso y de los "símbolos colectivos" que desempeñan importantes funciones cohesivos en el texto. Para él, los discursos son modalidades de habla institucionalizadas y convencionalizadas, que tienen relación con el comportamiento y la dominación. Considera el discurso como un flujo de texto o de habla que transcurre en el tiempo. Jägger, ante esto, desarrolla además una metodología explícita.

Análisis crítico del discurso en acción
(ejemplo concreto del ACD basado en ocho principios teóricos o metodológicos, mostrando como afecta cada uno de ellos al análisis crítico, pieza: entrevista radial realizada a la ex Primer Ministro de Gran Bretaña, Margaret Thatcher)

1. El ACD se ocupa de los problemas sociales
El ACD es el análisis de los aspectos lingüísticos y semióticos de los procesos y de los problemas sociales. Tiene en la mira el carácter parcialmente lingüístico de los procesos y las estructuras sociales y culturales. Es por naturaleza interdisciplinario, combina perspectivas de diversas disciplinas en sus propios análisis y se lo utiliza para complementar formas más habituales de análisis social y cultural.

Desde este punto de vista, lo esencial del ACD es que los procesos y los movimientos sociales y políticos que marcan rumbos como el thatcherismo tienen en parte un carácter lingüístico discursivo. Esto surge del hecho de que los cambios sociales y políticos de la sociedad contemporánea incluyen por lo general un elemento sustancial de cambio cultural e ideológico, sin duda, es el caso del thatcherismo que fue descrito como un intento de consolidar una nueva hegemonía. Este proyecto también puede ser visto como un intento por reestructurar el discurso político combinando discursos ya existentes de una nueva manera (como incorporando elementos del discurso conservador tradicional y de elementos del discurso político neoliberal y del discurso económico), condimentado con elementos que le dan cierto sabor populista, como hace referencia el periodista que le entrevista.

2. Las relaciones de poder como elementos discursivos

El ACD subraya el carácter fundamentalmente lingüístico y discursivo de las relaciones sociales de poder en la sociedad contemporánea, carácter que proviene en parte de cómo se ejercen y negocian las relaciones de poder en el interior del discurso. Un tema que concita mucha atención es el de las relaciones de poder entre los medios y la política.

Un análisis minucioso de las relaciones de poder en las entrevistas políticas puede echar algo de luz sobre este asunto. En el caso particular de la entrevista a Thatcher, las preguntas de su entrevistador establecen una especie de orden del día que intentan hacerse respetar, sin embargo, como en este caso, los políticos no siempre acceden a los intentos del periodista por controlar la entrevista ni mucho menos y, a menudo, se plantea una lucha por le control. En el caso de ésta, mediante el poder retórico y de corte populista.

Todos estos ejemplos indican que los aspectos discursivos de las relaciones de poder no son fijos ni monolíticos. Buena parte de los trabajos del ACD se caracterizaron por su interés en la reproducción de las relaciones de poder por medio del discurso. Pero también debemos ocuparnos de los aspectos discursivos de la lucha por el poder y de la transformación de las relaciones de poder. El thatcherismo puede, por ejemplo, interpretarse en parte como una lucha hegemónica en el discurso y sobre el discurso contra una variedad de antagonistas.

3. El discurso constituye a la sociedad y a la cultura

Podemos comprender la importancia del discurso en los preocesos sociales y en las relaciones de poder contemporáneos si reconocemos que el discurso constituye a la sociedad y a la cultura, así como es constituido por ellas. Esto implica que toda instancia del uso del lenguaje hace su propia contribución a la reproducción y/o a la transformación de la sociedad y la cultura, incluidas las relaciones de poder. Ahí reside el poder del discurso; y es por eso que vale la pena luchar por él. Hasta aquí, es conveniente distinguir tres amplios procesos dominios de la vida social que pueden constituirse en el discurso y que podemos denominar: representaciones del mundo, relaciones sociales interpersonales e identidades sociales y personales.

4. El discurso realiza una labor ideológica

La ideología es una manera particular de representar y construir la sociedad que reproduce las relaciones desiguales de poder, las relaciones de dominación y de explotación. A menudo, las ideologías son construcciones falsas o no fundamentadas de la sociedad. Para determinar si un tipo de suceso discursivo realiza una labor ideológica, no basta con analizar los textos; es necesario además tener en cuenta cómo se interpretan y reciben esos textos, y qué efectos sociales tienen.

Es útil pensar la ideología como un proceso que articula representaciones particulares de la realidad y construcciones particulares de la identidad, especialmente de la identidad colectiva de grupos y comunidades. La sra. Thatcher construye discursivamente un programa político y a la vez procura construir una base de prosélitos para ese programa.

5. El discurso es histórico

No es posible la producción de un discurso sin contexto, así como no es posible su comprensión sino se toma en cuenta el contexto. Las emisiones sólo tienen sentido si tenemos en cuenta su utilización en una situación específica, si comprendemos las convenciones y reglas subyacentes, si reconocemos su inmersión en una cierta ideología y cultura y, lo que es aún más importante, si sabemos a qué elementos del pasado remite el discurso. En este sentido, incluimos en nuestro concepto de contexto a la intertextualidad, además del conocimiento sociocultural.

Es así como el discurso de Thatcher tiene relación con lo que ella misma y su gobierno dijeron antes, con otros discursos y proclamas, con ciertas leyes que fueron aprobadas, con la cobertura de los medios y también con ciertas acciones que se emprendieron. Es necesario sacar la historia discursiva de cada unidad del discurso. Ello implica, una vez más, un análisis interdisciplinario; los historiadores deben ser incluidos en la investigación.

6. El vínculo entre el texto y la sociedad es mediado

El ACD está bastante relacionado con el hecho de establecer nexos entre estructuras y procesos sociales y culturales por un lado, y con las propiedades del texto por el otro. Pero estos nexos son bastante complejos y es mejor pensarlos como vínculos indirectos o "mediados". Un modo de ver esta mediación es considerar que el vínculo entre el texto y la sociedad está mediado por "las órdenes del discurso". En el ejempplo de Thatcher, este enfoque intentaría mostrar que los cambios en las políticas, en la relación entre la política y los medios y, en un nivel más general, en toda cultura británica, se realizan parcialmente en los cambios en el orden político del discurso y en el modo cómo los textos hacen uso de discursos y géneros que tradicionalmente se habían mantenido separados y se articulan entre sí. A su vez, esta nueva articulación de discursos y géneros dispares se realiza por medio de características del lenguaje, lo que constituye un vínculo mediado entre los procesos socioculturales y las propiedades lingüísticas de los textos.

7. El análisis del discurso es interpretativo y explicativo

El mismo discurso puede interpretarse de maneras muy distintas, según quién los escuche y según la cantidad de información contextual incluida. Lo mismo vale, con mayor razón aún, en el caso de textos complejos como la entrevista a Thatcher, cuya comprensión cabal exige tener en cuenta la intertextualidad histórica y sincrónica, la hibridación de géneros y la opacidad de ciertos elementos y unidades.

El conocimiento de las estructuras de argumentación y políticas del thatcherismo hace que sea mucho más fácil desentrañar los sentidos manifiestos y latentes y aprender más acerca de la retórica política utilizada en esta entrevista. Podríamos decir que la lectura crítica tiene intención explicativa, no meramente interpretativa. Debemos decir también que las interpretaciones y las explicaciones nunca son definitivas ni autorizadas: son dinámicas y están abiertas a nuevos contextos y a nueva información.

8. El discurso es una forma de acción social

El ACD es un paradigma científico comprometido socialmente y muchos analistas militan en diversos grupos políticos. A diferencia de muchos otros estudiosos, los lingüistas críticos expresan explícitamente sus intereses, los cuales, sino lo hicieran, quedarían descubiertos. Podría decirse que el ejemplo recién analizado de la entrevista a Thatcher puede cumplir este mismo fin en las luchas políticas. Pero existen también otras aplicaciones importantes del ACD, que logró y logra cambios notables en el discurso y las relaciones de poder en las instituciones.

CONCLUSIÓN
Hay pocos asuntos tan importantes para los analistas críticos del discurso como el de determinar cuál es la relación entre los análisis que ellos producen en las instituciones académicas y la actividad crítica de la vida cotidiana. No obstante, el ACD no se limita a ser una réplica de la crítica cotidiana: puede recurrir a teorías sociales y teorías del lenguaje, puede usar metodologías rigurosas para el análisis del lenguaje que no están por lo general al alcance de todos y cuenta, además, con elementos para llevar a cabo investigaciones sistemáticas en profunidad que exceden la experiencia común. La aspiración de los analistas críticos del discurso debería ser la de operar como "intelectuales orgánicos" en una diversidad de luchas sociales con conciencia plena, al mismo tiempo, de que su trabajo corre permanentemete el riesgo de que el estado y el capital se apoderen de él.

Thursday 3 April 2008

S. Castro Gómez: Teoría tradicional y Teoría crítica de la cultura

Por Santiago Castro Gómez


Horkheimer diferencia entre dos concepciones de teoría:

1) un conjunto de proposiciones cuya validez se basa en la correspondencia con un objeto constituido previamente al acto de su representación, lo cual convierte a la teoría en una actividad pura del pensamiento y al teórico en un espectador que se limita a describir al mundo tal como “es”.
2) crítica, que considera que la ciencia y a la realidad estudiada por ésta son producto de la praxis social, por lo cual el sujeto y el objeto se encuentran preformados socialmente.

SCG sostiene que en base a ello, las teorías modernas sobre la cultura pueden dividirse en:
1) las que ven la cultura como facticidad natural, y se acercan a su objeto como si éste se encontrase en la naturaleza humana y
2) las que consideran la cultura como un ámbito estructurado por la praxis, como una construcción social de la que forma parte la misma práctica teórica.


La metafísica del sujeto y el concepto tradicional de cultura

En la antigüedad, la moral, la política y el conocimiento eran vistos como una prolongación de las leyes del cosmos, un conjunto de instituciones naturales que se encuentran ordenadas hacia el cumplimiento de un fin (telos) cosmológicamente predeterminado. Y sólo cuado la vida humana en su conjunto es visto como un proceso dinámico regido por leyes propias creadas por el hombre mismo es cuando se puede hablar de cultura en sentido tradicional y crítico. De este modo, la metafísica del cosmos es reemplazada por la metafísica de lo humano, donde la vida social no es reflejo de leyes predeterminadas sino un mundo creado por el hombre a imagen y semejanza, revestido de temporalidad.
SCG dice que el concepto tradicional de cultura se caracteriza por:
1) La idea de la humanización paulatina de la especie como un proceso que ocurre en el tiempo, en la historia y que no viene predeterminado externamente por leyes cosmológicas.
2) Diferenciar entre “cultura alta” y “cultura popular” en base a la mayor abstracción que supone la primera, y por ende más elevada desde el punto de vista fenomenológico, pues a través de ella el hombre vuelve sobre si mismo y reconoce su propia vocación espiritual.
3) Considerar que el nivel de progreso que obtenga un pueblo será dado por la constitución de un “Estado nacional” y de una “cultura alta”, por tanto el Estado es el portador de la cultura.
4) Identificar “pueblo”, “nación” y “cultura”, pues sólo en tanto miembros de un Estado que refleje jurídicamente “la voluntad general”, pueden los individuos experimentar la libertad.



El post colonialismo como teoría crítica de la cultura

La TCC, a diferencia de la TT reconoce como objeto de estudio a una construcción social y no a una facticidad natural. Estima que la sociedad es una entidad sui generis, cuyo funcionamiento es relativamente independiente de las actividades de los individuos que lo componen, y lo que cuenta es el tipo de transacciones que se dan entre sujeto y estructura, las que no son una prolongación transparente de la conciencia y voluntad humana sino un nuevo tipo de heteronomía bajo la forma de sistemas que son de “naturaleza segunda” y ejercen coacción externa sobre los individuos. De modo que las relaciones sociales no son una salida del “estado de naturaleza” y un ingreso al ámbito espiritual de la cultura sino un espacio de lucha y confrontación de intereses.

Las teorías post colonialistas utilizan la categoría sistema-mundo para referirse al conjunto sui generis de relaciones sociales que surge en el siglo XVI debido al expansionismo europeo, y que es diferente a otras estructuras sociales por:
1) su carácter planetario, esto es la cada vez creciente vinculación de un mayor número de personas a una división planetaria del trabajo donde las diferencias entre los grupos y las sociedades que lo integran no se deben a su nivel de desarrollo o de evolución cultural sino a la posición que ocupan al interior del sistema, ya sean centro o periferia. Por tanto, la “cultura” no está sujeta a competencias trascendentales de la especie sino a relaciones de poder socialmente construidas que han adquirido carácter “mundial” y que están sometidas a un proceso complejo de transformaciones históricas.
2) la lógica interna que impulsa su reproducción. Dado que el imperativo del s-m es la acumulación de capital por parte de los estados hegemónicos, esta necesidad es justificada a través de la cultura, ejemplo de ello son el racismo (las razas inferiores comparten valores, creencias y formas de conocimiento que les impiden beneficiarse por si mismos de la civilización y por ello pueden y deben ser esclavizados o explotados) y el universalismo (la posibilidad de acceder al conocimiento sobre el mundo físico y social si se cuenta con el “método” para ello, por lo cual se constituyen los Estados nacionales y la ciudadanía, que a su vez vinculan a los sujetos al proceso mundial de producción). Para la TCC, la cultura no puede aislarse del proceso de su producción social y función estructural dentro del s-m y de los sub sistemas que lo componen y se pregunta por la “lógica cultural” de capitalismo, pues consideran que está atravesada por la gramática social de la colonización.

Finalmente, SCG dice que el racismo y el universalismo se consolidaron por lo menos hasta mediados del siglo XX como la “Geocultura” dominante del s-m moderno pero que a comienzos del siglo XXI ya no existen más territorios por anexar y la vida está organizada por instancias supranacionales, de manera que no hay países colonizadores sino únicamente países colonizados por un capital que se ha invisibilizado. Ante ello, la TCC debe pensar cuáles son las transformaciones históricas que sufre la Geocultura del s-m moderno en su actual crisis.