1. Los límites de la transculturación. Ángel Rama enfatiza en que la única alternativa para la cultura indígena es la de articular un proyecto transcultural desde el cual se articule al proyecto nacional; esto se lograría a través del mestizaje, tal como lo vio Arguedas en “El zorro de arriba y el zorro de abajo”. Así, para Rama la transculturación es u proceso que va de arriba hacia abajo: la literatura “asimila” a la tradición oral indígena, la subordina y ella se ensalza como la narrativa superior. Esto ignora completamente que lo indígena también contiene un proyecto, nacido de una historia con valores y demandas propios, que se niega a seguir una lógica transcultural.
2. Ollantay, o la transculturación al revés. Se ha buscado leer a la comedia Ollantay como una propuesta de transculturación de un discurso indígena: tanto los personajes como la trama están formulada bajo la estructura de la comedia del Siglo de Oro español; el mensaje sería una codificación del discurso indígena hacia una élite criolla nacionalista. Pero el problema con esta interpretación radica en que: 1. Ollantay fue realizada en quechua (inaccesible para los criollos); 2. la transculturación fue al revés: en la obra radica un intento de instrumentalizar algunos elementos de la cultura española en servicio de una propuesta nacional (en contraposición a la postura de Anderson de situar la reproducción y difusión los proyectos nacionales en un texto impreso) que articulara en una imagen simbólica la incorporación de grupos no incas en un nuevo estado, una nueva forma de comunidad nacional.
3. La dialéctica entre oralidad y escritura. Beverley cita un ejemplo de la India narrado por Ranajit Guha en donde la oralidad instrumentaliza la palabra escrita con el fin de lograr un beneficio grupal. En este ejemplo se resalta la oposición escritura (dominación feudal-colonial) y oralidad (propio de los pueblos subalternos). En este caso, la transculturación no trasciende la posición subalterna, pues hace uso de la escritura en tanto que esta representa esa dominación, en suma, no disuelve el fundamento colonial. Esto enfatiza que desde una posición subalterna se puede construir un proyecto nacional, usando los elementos de la “ciudad letrada”, pero diferenciándose claramente de la idea de nación representada en el proyecto criollo.
4. Hegemonía Nacional-Popular y suplementariedad de lo indígena: un problema sandinista. Aquí la problemática gira en torno al “significante vacío” que es la ideología. En este sentido, dentro de este, se trata de universalizar, homogenizar: tal como ocurrió con el proyecto sandinista, el cual articuló en un solo discurso todas las propuestas sociales. Aunque excluyó a los miskitu. Esta exclusión funcionó en tanto que se les privó de la capacidad de “ser diferentes”. Esto guarda relación con la afirmación de Bhabha acerca de la construcción del ideal nacional: esta se ensalza gracias al olvido de las demás historias fundantes de lo social. Entonces, los grupos subalternos tienen el privilegio epistemológico de saber que el discurso colonial es una ilusión. Pero lo que olvida Bhabha es que esto trae consigo una nueva formulación ideológica, con una escala de valores distinta, este solo contempla el marco semiótico.
5. Un pasaje de Me llamo Rigoberto Menchú y el desplazamiento de la autoridad hermeneútica. Beverley cita la narración que hace Rigoberto Menchú sobre el asesinato de su hermano. En él encuentra Beverly (citando a Stoll) al indígena, ya no como “hablado” (en tanto que subalterno) por la autoridad letrada (pues el texto es parte de una investigación antropológica) sino como “narrador”: en esta se justifica la acción armada. Lo subalterno entonces para Beverley puede señalar sus propias perspectivas y proyectos, invirtiendo los términos y las relaciones sociales que definen esa subalternidad.
6. La no-coincidencia de sociedad civil y comunidad. Beverley aquí utiliza el ejemplo de un ajusticiamiento popular en una comunidad de Ecuador para escenificar que la dicotomía sociedad civil (construida fuera del estado)/Estado (elemento dominante) solo funciona en sociedades donde la modernidad se ha establecido completamente. En aquellos lugares en los cuales la modernidad esta materializada en la sociedad civil (en tanto instancia que se rige por la ley) la comunidad es una instancia disociadora, la dicotomía real en sociedades donde la modernidad no se ha “logrado”estaría entonces entre estos dos términos. Al final, esto llevaría a dos caminos: el reforzamiento del Estado para constituir una modernidad y hacer ciudadanos a todos sus habitantes; o dar agencia a aquellas lógicas comunales, coexistiendo entonces con las instancias Estatales, aunque esto implicaría el debilitamiento de estas.
7. “Una heterogeneidad no dialéctica”. Con esto Beverley (citando a Cornejo Polar) hace referencia a la coexistencia de las múltiples experiencias en un solo sujeto, y estas se manifiestan como identidades varias en un aparente estado esquizofrénico. Así, en el discurso del migrante se puede encontrar tanto nostalgia (por el lugar perdido) y triunfo (en tanto agente de su propio progreso en la ciudad), y esto no es un acto transcultural, sino un discurso “múltiplemente situado” que es articulado desde más de un lugar. Esto abre una perspectiva distinta de nación cuyas partes “no olvidan” sus múltiples experiencias (lo indígena, lo subalterno), sino que conviven dentro de un solo “sujeto”.
2. Ollantay, o la transculturación al revés. Se ha buscado leer a la comedia Ollantay como una propuesta de transculturación de un discurso indígena: tanto los personajes como la trama están formulada bajo la estructura de la comedia del Siglo de Oro español; el mensaje sería una codificación del discurso indígena hacia una élite criolla nacionalista. Pero el problema con esta interpretación radica en que: 1. Ollantay fue realizada en quechua (inaccesible para los criollos); 2. la transculturación fue al revés: en la obra radica un intento de instrumentalizar algunos elementos de la cultura española en servicio de una propuesta nacional (en contraposición a la postura de Anderson de situar la reproducción y difusión los proyectos nacionales en un texto impreso) que articulara en una imagen simbólica la incorporación de grupos no incas en un nuevo estado, una nueva forma de comunidad nacional.
3. La dialéctica entre oralidad y escritura. Beverley cita un ejemplo de la India narrado por Ranajit Guha en donde la oralidad instrumentaliza la palabra escrita con el fin de lograr un beneficio grupal. En este ejemplo se resalta la oposición escritura (dominación feudal-colonial) y oralidad (propio de los pueblos subalternos). En este caso, la transculturación no trasciende la posición subalterna, pues hace uso de la escritura en tanto que esta representa esa dominación, en suma, no disuelve el fundamento colonial. Esto enfatiza que desde una posición subalterna se puede construir un proyecto nacional, usando los elementos de la “ciudad letrada”, pero diferenciándose claramente de la idea de nación representada en el proyecto criollo.
4. Hegemonía Nacional-Popular y suplementariedad de lo indígena: un problema sandinista. Aquí la problemática gira en torno al “significante vacío” que es la ideología. En este sentido, dentro de este, se trata de universalizar, homogenizar: tal como ocurrió con el proyecto sandinista, el cual articuló en un solo discurso todas las propuestas sociales. Aunque excluyó a los miskitu. Esta exclusión funcionó en tanto que se les privó de la capacidad de “ser diferentes”. Esto guarda relación con la afirmación de Bhabha acerca de la construcción del ideal nacional: esta se ensalza gracias al olvido de las demás historias fundantes de lo social. Entonces, los grupos subalternos tienen el privilegio epistemológico de saber que el discurso colonial es una ilusión. Pero lo que olvida Bhabha es que esto trae consigo una nueva formulación ideológica, con una escala de valores distinta, este solo contempla el marco semiótico.
5. Un pasaje de Me llamo Rigoberto Menchú y el desplazamiento de la autoridad hermeneútica. Beverley cita la narración que hace Rigoberto Menchú sobre el asesinato de su hermano. En él encuentra Beverly (citando a Stoll) al indígena, ya no como “hablado” (en tanto que subalterno) por la autoridad letrada (pues el texto es parte de una investigación antropológica) sino como “narrador”: en esta se justifica la acción armada. Lo subalterno entonces para Beverley puede señalar sus propias perspectivas y proyectos, invirtiendo los términos y las relaciones sociales que definen esa subalternidad.
6. La no-coincidencia de sociedad civil y comunidad. Beverley aquí utiliza el ejemplo de un ajusticiamiento popular en una comunidad de Ecuador para escenificar que la dicotomía sociedad civil (construida fuera del estado)/Estado (elemento dominante) solo funciona en sociedades donde la modernidad se ha establecido completamente. En aquellos lugares en los cuales la modernidad esta materializada en la sociedad civil (en tanto instancia que se rige por la ley) la comunidad es una instancia disociadora, la dicotomía real en sociedades donde la modernidad no se ha “logrado”estaría entonces entre estos dos términos. Al final, esto llevaría a dos caminos: el reforzamiento del Estado para constituir una modernidad y hacer ciudadanos a todos sus habitantes; o dar agencia a aquellas lógicas comunales, coexistiendo entonces con las instancias Estatales, aunque esto implicaría el debilitamiento de estas.
7. “Una heterogeneidad no dialéctica”. Con esto Beverley (citando a Cornejo Polar) hace referencia a la coexistencia de las múltiples experiencias en un solo sujeto, y estas se manifiestan como identidades varias en un aparente estado esquizofrénico. Así, en el discurso del migrante se puede encontrar tanto nostalgia (por el lugar perdido) y triunfo (en tanto agente de su propio progreso en la ciudad), y esto no es un acto transcultural, sino un discurso “múltiplemente situado” que es articulado desde más de un lugar. Esto abre una perspectiva distinta de nación cuyas partes “no olvidan” sus múltiples experiencias (lo indígena, lo subalterno), sino que conviven dentro de un solo “sujeto”.