Thursday 3 April 2008

S. Castro Gómez: Teoría tradicional y Teoría crítica de la cultura

Por Santiago Castro Gómez


Horkheimer diferencia entre dos concepciones de teoría:

1) un conjunto de proposiciones cuya validez se basa en la correspondencia con un objeto constituido previamente al acto de su representación, lo cual convierte a la teoría en una actividad pura del pensamiento y al teórico en un espectador que se limita a describir al mundo tal como “es”.
2) crítica, que considera que la ciencia y a la realidad estudiada por ésta son producto de la praxis social, por lo cual el sujeto y el objeto se encuentran preformados socialmente.

SCG sostiene que en base a ello, las teorías modernas sobre la cultura pueden dividirse en:
1) las que ven la cultura como facticidad natural, y se acercan a su objeto como si éste se encontrase en la naturaleza humana y
2) las que consideran la cultura como un ámbito estructurado por la praxis, como una construcción social de la que forma parte la misma práctica teórica.


La metafísica del sujeto y el concepto tradicional de cultura

En la antigüedad, la moral, la política y el conocimiento eran vistos como una prolongación de las leyes del cosmos, un conjunto de instituciones naturales que se encuentran ordenadas hacia el cumplimiento de un fin (telos) cosmológicamente predeterminado. Y sólo cuado la vida humana en su conjunto es visto como un proceso dinámico regido por leyes propias creadas por el hombre mismo es cuando se puede hablar de cultura en sentido tradicional y crítico. De este modo, la metafísica del cosmos es reemplazada por la metafísica de lo humano, donde la vida social no es reflejo de leyes predeterminadas sino un mundo creado por el hombre a imagen y semejanza, revestido de temporalidad.
SCG dice que el concepto tradicional de cultura se caracteriza por:
1) La idea de la humanización paulatina de la especie como un proceso que ocurre en el tiempo, en la historia y que no viene predeterminado externamente por leyes cosmológicas.
2) Diferenciar entre “cultura alta” y “cultura popular” en base a la mayor abstracción que supone la primera, y por ende más elevada desde el punto de vista fenomenológico, pues a través de ella el hombre vuelve sobre si mismo y reconoce su propia vocación espiritual.
3) Considerar que el nivel de progreso que obtenga un pueblo será dado por la constitución de un “Estado nacional” y de una “cultura alta”, por tanto el Estado es el portador de la cultura.
4) Identificar “pueblo”, “nación” y “cultura”, pues sólo en tanto miembros de un Estado que refleje jurídicamente “la voluntad general”, pueden los individuos experimentar la libertad.



El post colonialismo como teoría crítica de la cultura

La TCC, a diferencia de la TT reconoce como objeto de estudio a una construcción social y no a una facticidad natural. Estima que la sociedad es una entidad sui generis, cuyo funcionamiento es relativamente independiente de las actividades de los individuos que lo componen, y lo que cuenta es el tipo de transacciones que se dan entre sujeto y estructura, las que no son una prolongación transparente de la conciencia y voluntad humana sino un nuevo tipo de heteronomía bajo la forma de sistemas que son de “naturaleza segunda” y ejercen coacción externa sobre los individuos. De modo que las relaciones sociales no son una salida del “estado de naturaleza” y un ingreso al ámbito espiritual de la cultura sino un espacio de lucha y confrontación de intereses.

Las teorías post colonialistas utilizan la categoría sistema-mundo para referirse al conjunto sui generis de relaciones sociales que surge en el siglo XVI debido al expansionismo europeo, y que es diferente a otras estructuras sociales por:
1) su carácter planetario, esto es la cada vez creciente vinculación de un mayor número de personas a una división planetaria del trabajo donde las diferencias entre los grupos y las sociedades que lo integran no se deben a su nivel de desarrollo o de evolución cultural sino a la posición que ocupan al interior del sistema, ya sean centro o periferia. Por tanto, la “cultura” no está sujeta a competencias trascendentales de la especie sino a relaciones de poder socialmente construidas que han adquirido carácter “mundial” y que están sometidas a un proceso complejo de transformaciones históricas.
2) la lógica interna que impulsa su reproducción. Dado que el imperativo del s-m es la acumulación de capital por parte de los estados hegemónicos, esta necesidad es justificada a través de la cultura, ejemplo de ello son el racismo (las razas inferiores comparten valores, creencias y formas de conocimiento que les impiden beneficiarse por si mismos de la civilización y por ello pueden y deben ser esclavizados o explotados) y el universalismo (la posibilidad de acceder al conocimiento sobre el mundo físico y social si se cuenta con el “método” para ello, por lo cual se constituyen los Estados nacionales y la ciudadanía, que a su vez vinculan a los sujetos al proceso mundial de producción). Para la TCC, la cultura no puede aislarse del proceso de su producción social y función estructural dentro del s-m y de los sub sistemas que lo componen y se pregunta por la “lógica cultural” de capitalismo, pues consideran que está atravesada por la gramática social de la colonización.

Finalmente, SCG dice que el racismo y el universalismo se consolidaron por lo menos hasta mediados del siglo XX como la “Geocultura” dominante del s-m moderno pero que a comienzos del siglo XXI ya no existen más territorios por anexar y la vida está organizada por instancias supranacionales, de manera que no hay países colonizadores sino únicamente países colonizados por un capital que se ha invisibilizado. Ante ello, la TCC debe pensar cuáles son las transformaciones históricas que sufre la Geocultura del s-m moderno en su actual crisis.

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