La etnicidad se ubica en un lugar, en una historia específica, representándose a sí misma como algo perfectamente natural y como punto estable de referencia. Pero, "lo inglés" nunca fue sólo eso. Fue siempre negociada contra la diferencia. Con el proceso de la llamada "globalización", esa forma canónica de relación entre una identidad cultural nacional y un estado nación está comenzando a desaparecer.
La identidad cultural nacional de "lo inglés" se está sosteniendo, en parte, debido al largo proceso de decadencia económica. De una posición de vanguardia, Gran Bretaña ha retrocedido cada vez más. Aquellas economías que se vinculan con la producción multinacional han fragmentado el terreno económico, político y social sobre el cual prosperaron nociones más antiguas acerca de "lo inglés".
Algo se le escapa a la estructura de la globalización. "Lo inglés", se está defendiendo y ello se produce con un esfuerzo enorme. En todos lados, la cuestión de "lo inglés" radica en la contención. Cuando la era de los estados-nación comienza a decaer con la globalización, uno puede observar una regresión hacia una forma de identidad nacional, muy defensiva y altamente peligrosa, que está motivada por una forma muy agresiva de racismo.
Las nuevas formas de globalización son muy diferentes a esto. La nueva forma de globalización es americana. Tiene que ver con la nueva cultura global de los medios masivos de comunicación, en suma, está dominada por la televisión y las películas, por la imagen, por la imaginería y los estilos de la publicidad de masas.
Esta "cultura global de medios masivos" en primer lugar, permanece centrada en el Oeste y habla "inglés" (el americano), como un lenguaje internacional. En segundo lugar, se trata de una forma homogeneizada de representación cultural. Quiere reconocer y absorver esas diferencias dentro de un marco mayor y más englobante, un marco que es, esencialmente, una concepción americana del mundo. Una forma de capital que reconoce que sólo puede reinar a través de otros capitales locales, operando a través de ellas. Mercantiliza todo y trabaja a través de la especificidad, trabajando, a su vez, con fuerzas de trabajo muy distintas en términos étnicos y raciales. Y por eso hemos sido persuadidos de las capacidades integradoras y omnicomprensivas del capital. Son estas mismas contradicciones que el capitalismo debe de superar las que producen sus propias formas de expansión.
El retorno a lo local suele ser una respuesta frente a la globalización. La marginalidad se ha convertido en un espacio poderoso. Y los discursos dominantes han sido amenzados por este crecimiento de poder cultural descentrado, que viene dado desde lo local y marginal, quienes entran en la representación recuperando sus propias historias ocultas. A partir de este fenómeno, el mundo empieza a descolonizarse.
La "etnicidad" es, por ende, el espacio necesario desde el cual la gente puede hablar. Las márgenes se sitúan en un lado para ello. Con el centro debilitándose, las diferencias empiezan a escapar. La patria no está esperando que las nuevas etnicidades la redescubran, hay un pasado del que apropiarse, el cual debe ser tomado como historia. Y la gente que está implicada en estos, quiere hablar, pero desde su percepción del mundo cosmopolita. Quieren hablar cruzando los límites, a través de las fronteras.
Lo principal, las contradicciones persistentes entre las cosas que buscan apropiarse de otras cosas y las cosas que tratan de escapar de su intento de apropiación, es una dialéctica que nos muestra que la globalización no termina con todo.