Friday 20 June 2008

A. Cornejo Polar: "Una Heterogeneidad no dialéctica: Sujeto y discurso Migrante en el Perú contemporáneo"

La migración del campo a la ciudad es el hecho más trascendente en la historia moderna del Ande. Países masivamente campesinos, hoy tienen una población mayoritariamente urbana. En el Perú se transforma el carácter de la nación al cambiar en 50 años la población citadina de 35.45 a 69.9%
La identidad de la ciudad ha variado de forma sustancial y la relación de pertenencia entra en crisis. El migrante no ha perdido niveles básicos de identidad; lengua, vestido, comida, pero que al mismo tiempo no pueden dejar de actuar, de acuerdo a los masivos e inéditos condicionamientos que la ciudad acumula sobre ellos.
A partir del sujeto migrante, se podría producir una categoría especialmente definida por su radical heterogeneidad. Este texto desea explorar la pertinencia y la efectividad de esta categoría, la migración y sus derivados. Interesa ahora el fenómeno migratorio del agro a la urbe, con sus contenidos de multiplicidad, inestabilidad y desplazamiento, así como su referencia a una dispersa variedad de espacio socio-culturales que se desparraman y se articulan a través de la propia migración.
Existe una retórica de la migración que pone énfasis en los sentimientos de desgarramiento y nostalgia, que comprende a la ciudad como hostil, aunque fascinante y necesaria, situando al orígen campesino positivo sin fisuras, vinculado a la naturaleza señal de plenitud y signo de identidades primordiales. Esta perspectiva cruza la literatura peruana, se encuentran canciones quechuas, en formas mestizadas como el yaraví, en cantos criollos y en textos inscritos en el canon de la literatura culta.
Desde las ciencias sociales, pese a todas las penurias imaginables cabe extraer de la experiencia de los migrantes, una historia de logros, de orden y concierto, de pobladores que construyen sus viviendas y sus vidas, existe una “versión de los vencedores”.
La gran ola migrante logró metas fundamentales y transformó radicalmente el orden de una ciudad que nunca más repetirá su hechiza heráldica virreinal. Es importante evitar la perspectiva que hace del migrante un subalterno sin remedio, siempre frustrado, repelido y humillado, inmerso en un mundo hostil que no comprende ni lo comprende, y hace de su discurso no más que un largo lamento del desarraigo; pero, igualmente, es importante no caer en estereotipos puramente celebratorios; también hay migrantes que viven en la más extrema pobreza, desde donde opera la nostalgia sin remedio, el triunfo y la nostalgia no necesariamente son términos contradictorios en el discurso del migrante.
Es inexacto imaginar que la migración opera como fuerza imbatible y todopoderosa, que reconstruye desde sus raíces la identidad del migrante campesino convirtiéndolo en protagonista de la “larga marcha” supuestamente casi siempre exitosa hacia la propiedad privada y el capitalismo ya que el migrante tiende a repetir en la ciudad modos de producción y de relaciones sociales, tales como la reciprocidad, la operatividad económica de la familia ampliada o el simple padrinazgo, que casi nunca se incorporan a las normas de capitalismo moderno.
El autor, pretende construir un espacio y sobre todo estratificar como instancias separadas las diversas vivencias que forman su fluído itinerario a través de distintos campos y espacios. No hay mejor discurso sobre la identidad que el que se enraiza en la incesante transformación.
El discurso migrante es radicalmente descentrado, se construye alrededor de varios ejes asimétricos, incompatibles y contradictorios de modo no dialéctico, acoge por lo menos dos experiencias de vida: el allá y el aquí, que son el ayer y el hoy, el desplazamiento migratorio duplica el territorio del sujeto, puede hablar de más de un lugar, es un discurso doble o múltiplemente situado
El mejor ejemplo de discurso migrante es un fragmento del capítulo inicial de “Los ríos profundos” (Arguedas 1958), donde el migrante adolescente ejercita dos sistemas culturales distintos, en un extendido dualismo en una suerte de metonimia, que carece de centro y puede ampliarse con notable libertad, vemos la actuación de un sujeto que maneja una pluralidad de códigos, que pese a ingresar en un solo rumbo discursivo no sólo no se confunden sino que preservan en buena parte su propia autonomía, Arquedas, así actualiza en un solo enunciado , posiciones muy diversas.

Me acorde´, entonces de las canciones quechuas que repiten una frase patética constante:
“yawar mayu”, río de sangre, “yawar unu”, agua sangrienta, “puk´tik´yawar Kocha”, lago de sngre que hierve, “yawar weké”, lágrimas de sangre. ¿Acaso no podría decirse” yawar rumi”, piedra de sangre o “puk´tik´yawar rumi”, piedra de sangre hirviente? (……) - ¿ Puk´tik´yawar rumi¿ - exclamé frente al muro, en voz alta
(Arguedas 1958.18)


Otro ejemplo claro, son los textos recogidos por Zapata y Bionde donde se analizan las estrategias discursivas del “cómico ambulante”, como nuevos productores de significados ampliamente socializados y concluyen proponiendo que la ciudad ha sido re-ocupada por la oralidad. Interesa acá remarcar las intensas fluctuaciones de su identidad discursiva, primero emplea una filiación englobante, como perteneciente al pueblo y luego se define como “nosotros los criollos”.. en contraposición a “los provincianos”.
El orador callejero necesita crear espacios intersubjetivos, o de pertenencia compartida, con un público que pagará o no por su rendimiento profesional, incluyendo la transformación de la identidad del sujeto, sentido de pertenencia y legitimidad, que el abrupto descentramiento del discurso no parece producir ninguna tensión en el emisor y su acto de habla se desliza sin contratiempos con una muy curiosa espontaneidad. Casi se podría pensar , por encima del hecho de que se trata de una sola persona, en la actuación de varios hablantes.
Biondi y Zapata consideran que el discurso del cómico se articula mediante la metonimia y sería oportuno reflexionar sobre si la dinámica de la metonimia no favorece este tipo de discursos descentrados que repite el azaroso itinerario del migrante, al carecer de centro y poder ampliarse con notable libertad, tal vez en el curso metonímico el migrante encuentre lugares desiguales desde los que sabe que puede hablar porque son los lugares de sus experiencias. Serían las voces múltiples de las muchas memorias que se niegan al olvido



Texto trabajado por Pilar.

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